Escribir, es mucho más que un aprendizaje, pues implica ejercitar el pensamiento, y traducirlo en el lenguaje que por medio de signos se vuelve una huella permanente.
También es el medio de comunicación más profundo. Significa movimientos neuromotores para poder producir el trazo, siendo necesaria la evolución y madurez de los aspectos psicomotores para lograrlo.
La escritura requiere de un proceso de adaptación que va de lo más simple a lo más complejo, desde poder sostenerse de pie a los 12 o 15 meses de vida, a usar los dedos por medio de “la pinza” (índice y pulgar), en la que los éxitos alcanzados en controlar cada segmento o dedo implica la expresión del control que va alcanzando el cuerpo del niño y las capacidades del mismo.